Salud mental y ministerio: El cuidado por otros comienza con el cuidado de ti mismo
Nuestro mundo se vuelve más estresante con cada día que pasa. Acontecimientos como la pandemia, la inflación acelerada, las guerras en diversos países y una gran cantidad de otros problemas están afectando a las personas y deteriorando nuestra salud mental.
Como creyentes, Dios nos llama a cumplir la Gran Comisión sin importar cuán difíciles sean las circunstancias. De hecho, cuanto más caótico e incierto se vuelve nuestro mundo, más abiertas están las personas a nuevas ideas, cosmovisiones y fuentes de esperanza.
Dios nos ha dado la responsabilidad de representarlo en este mundo caótico. Somos las manos, los pies y la voz de Cristo como Sus embajadores: “Y nos encargó a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!” (2 Corintios 5:19–20).
Para alcanzar y ministrar a personas que enfrentan problemas de salud mental como estrés, ansiedad, miedo o soledad, necesitamos asegurarnos de que estamos cuidando de nosotros mismos. Es difícil cuidar a alguien cuando uno mismo necesita cuidado.
Jesús hizo de esto una prioridad en Su ministerio. Frecuentemente se retiraba a un lugar aislado para orar durante un día ocupado (Lucas 3:21; 5:16; 6:12; 9:18). También animó a los discípulos a cuidarse, como lo hizo en Marcos 6:31: “Vengan ustedes aparte a un lugar desierto y descansen un poco.”
A lo que Jesús modelaba y prescribía me gusta llamarlo “autocuidado”. Es la práctica de cuidar de ti mismo para que puedas recargarte espiritualmente, mentalmente y físicamente, y así cuidar de otros.
¿Cómo practicamos el autocuidado?
1. Cuida de ti mismo espiritualmente
Esto debe comenzar desde la mañana para tener la mentalidad adecuada para el resto del día. Así como ponerse los lentes por la mañana aclara tu perspectiva, sumergirte en la Palabra y enfocarte en el Señor te da la perspectiva correcta para todo el día.
Incluye adoración, confesión, gratitud y dependencia en Dios mediante la oración desde temprano. Entrégale a Él las primicias de tu tiempo y pensamientos. Esto cultivará tu comunión con Dios, lo cual proporciona:
- Guía para tus relaciones y conversaciones
- Enfoque en lo que tiene valor eterno, como presentar a otros al Señor
- La capacidad de ver a las personas con los ojos de Dios
- Una mirada externa, no centrada en uno mismo
- Libertad de distracciones
- El fruto del Espíritu: paciencia, amabilidad, gentileza, etc.
- Disponibilidad para ser usado por el Señor en la vida de otros
- Poder para amar a quienes no parecen fáciles de amar
Mantén tu comunicación con Dios durante el día. Como Pablo anima: “Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16–18).
2. Cuida de ti mismo mentalmente
Quiero destacar dos palabras aquí: margen y atención plena (mindfulness).
Por margen me refiero a dejar espacio en tu agenda y en tus pensamientos. A veces llenamos tanto nuestro calendario que no damos tiempo a nuestra mente para descansar y recargarse. Esto lleva al agotamiento. A veces, simplemente necesitamos desconectarnos.
La atención plena significa vivir el momento presente. Tendemos a quedarnos atrapados en el pasado o a preocuparnos por el futuro, pero la Biblia nos anima a enfocarnos en el hoy (Mateo 6:34; Salmo 118:24). Esto aligera nuestras cargas y nos permite estar quietos delante del Señor.
Puede implicar apagar el teléfono por ratos. Una app puede abrir la puerta a más distracciones. Toma tiempo para apartarte del celular y enfocarte en el Señor.
3. Cuida de ti mismo físicamente
El entrenador Vince Lombardi dijo: “La fatiga nos vuelve cobardes a todos.” Reconocía que nuestra salud física impacta directamente nuestra salud mental.
Cuando Elías estaba abatido, un ángel le aconsejó comer bien y descansar. Aunque atravesaba momentos difíciles, necesitaba reponer fuerzas físicas para cumplir su llamado espiritual.
Nosotros también debemos cuidar nuestro cuerpo: comer bien, hacer ejercicio y acudir al médico. Así nos mantenemos disponibles para ser usados por Dios en la vida de otros.
¿Te gustaría compartir tu fe con confianza?
Descubre herramientas y entrenamientos gratuitos diseñados para ayudarte a compartir el evangelio con claridad, gracia y valentía. No importa tu experiencia: estamos aquí para ayudarte.
Visita el Centro de Recursos de EvangelismoContactenos
1.800.947.7359
evantell@evantell.org
PO Box 703929
Dallas, TX 75370-3929
