¿Por qué la oración es un desafío para muchos creyentes? Una razón es la forma en que oramos.

Cuando era joven, veía la oración como una máquina expendedora. Oraba para obtener algo que quería. En lugar de eso, obtuve una vida de oración que era seca, aburrida y carente de vida. Finalmente, llegué a entender una verdad importante. El propósito principal de la oración no es pedir algo que queremos, sino profundizar en nuestra relación con Alguien a quien conocemos, el Señor. No estoy diciendo que no debamos llevar nuestras necesidades al Señor. Estoy diciendo que hay más en la oración que solo pedirle que cumpla nuestras peticiones.

Cuando oro, a veces uso el acróstico “ACTS” para recordarme que la oración debe ser multifacética. Cada letra del acróstico representa una faceta diferente de la oración.

A = Adoración (adorar y alabar a Dios)

C = Confesión (confesar nuestros pecados a Dios)

T = Traer peticiónes con acción gracias (dar gracias a Dios)

S = Súplica (pedir a Dios que supla nuestras necesidades)

Piensa en ACTS como una enredadera. Una enredadera proporciona una estructura en la que las vides y las plantas pueden crecer. De la misma manera, el modelo ACTS proporciona una estructura para hacer crecer nuestra vida de oración. No restringe nuestras oraciones, sino que ayuda a asegurar que estén enfocadas y sean multifacéticas.

También avivará nuestro alcance. Descubro que cuanto más nos acercamos a Dios en la oración, más apasionado y efectivo soy en el evangelismo.

Veamos cada faceta del modelo ACTS para la oración y veamos cómo cada una aumenta nuestra intimidad con Dios y nuestro alcance hacia los demás.

A – Adoración
La adoración es adorar a Dios comunicando nuestros sentimientos de amor y afecto hacia Él. Es el punto de partida de la oración. Como exhorta el salmista en el Salmo 100, “¡Venid ante su presencia con cánticos!” y “Entrad en sus atrios con alabanza!”

Entonces, ¿cómo alimenta la adoración nuestro alcance?

La adoración enfoca nuestra mente en Dios, lo que nos ayuda a priorizar Su misión.
La adoración ayuda a disipar nuestros miedos. Al adorar al Señor, recordamos lo grande que ÉL es y lo pequeño que es todo lo demás en comparación.
La adoración nos recuerda nuestra dependencia de Dios y que “sin Él, no podemos hacer nada” (Juan 15:5).


C – Confesión
La confesión es reconocer nuestros pecados ante Dios, lo que incluye estar de acuerdo con Él acerca de nuestra culpa y expresar nuestro deseo de apartarnos de ellos. La confesión lleva al perdón de Dios y a la restauración de la comunión con Dios según 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

La confesión ayuda a nuestro alcance de las siguientes maneras:

La confesión restaura nuestra alegría en el Señor, que se desborda en nuestro testimonio.
La confesión ayuda a remediar sentimientos de culpa e hipocresía que pueden impedirnos compartir.
El pecado no confesado dirige nuestra atención hacia el cumplimiento de nuestros deseos egoístas. La confesión remedia esto y nos ayuda a enfocarnos en las necesidades de los demás.


T – Traer peticiónes con acción gracias
La acción de gracias es la gratitud que expresamos a Dios. El salmista relaciona la acción de gracias con el evangelismo cuando exhorta: “Dad gracias al Señor, invocad su nombre, haced notorias sus obras entre los pueblos” (Salmo 105:1).

Específicamente, ¿cómo fortalece la acción de gracias nuestro alcance?

La acción de gracias nos motiva a compartir el evangelio no por obligación, sino por gratitud continua por la gracia de Dios, una gracia que vale la pena compartir con otros.
La acción de gracias conduce a la satisfacción, que nos protege contra el deseo de adquirir más cosas que pueden distraernos de nuestra misión principal.
Un corazón agradecido en tiempos difíciles produce una alegría conspicua que otros encuentran atractiva. No está arraigada en las circunstancias, sino en Cristo.


S – Súplica
La súplica implica pedir a Dios que supla nuestras necesidades. Se enumera al final por una razón. Cuando estamos alabando continuamente a Dios, confesando nuestros pecados y agradeciéndole por todo lo que tenemos, nos ayuda a clarificar qué pedir.

¿Cómo se relaciona la súplica con el evangelismo?

La súplica nos pone en la postura correcta para ser usados por Dios porque reconoce nuestra dependencia de Él para todo en el evangelismo, incluida la valentía, las oportunidades y el fruto espiritual.
La súplica está cerca del corazón de Dios porque le gusta que le pidan los recursos que necesitamos, incluido todo lo necesario para compartir el evangelio de manera efectiva.
La súplica es la receta para la preocupación y la ansiedad que pueden distraernos de nuestra misión. También es un camino hacia la paz de Dios, que habla mucho en nuestro mundo volátil.


Como dice Pablo en Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”