Cómo Descubrir el Don del Evangelismo en su Iglesia

by Jan 30, 2023Uncategorized

Hay veces que escuchamos a la gente decir: “Tengo el don de enseñar” o “Tengo el don de ser voluntario”.  Sin embargo, ¿cuántas veces has escuchado a alguien decir: “Tendré el don del evangelismo”?

Recientemente alguien me dijo: “¿Por qué es que parece que el don del evangelismo ya no existe en la iglesia local?”

Propongo dos razones y ánimo en cómo los pastores y otros pueden buscar este don en su propia congregación.

El don del evangelismo no es comúnmente iniciado o promovido.

Lamentablemente, el evangelismo no está en la visión de muchas iglesias como lo estaba antes. Incluso cuando se habla de los dones espirituales desde el púlpito, el don del evangelismo con frecuencia ni siquiera se menciona.

Hace un tiempo cuando visitaba el servicio de una iglesia, el pastor hablaba de la necesidad de que las personas descubrieran cuál era su don espiritual y que lo usaran. Con mucho entusiasmo animaba a la congregación: “Si tienes el don de enseñar, úsalo. Si tienes el don de la administración, úsalo”. Continuó mencionando otros tres o cuatro dones.

Curiosamente, nunca mencionó el don del evangelismo. Alguien allí sentado no tuvo la oportunidad de preguntarse: “¿Podría ser que tenga yo el don del evangelismo?”

La Solución – Cada vez que señalen los dones espirituales, aseguren de que el don del evangelismo reciba la misma importancia.

El don del evangelismo se caracteriza erróneamente

Cuando un don espiritual se caracteriza erróneamente, aquellos con ese don podrían pensar que no lo tienen.

Por ejemplo, a veces se enfatiza que aquellos que son evangelistas superdotados son extrovertidos.  Aunque a veces si es cierto, los dones y la personalidad de alguien no deben confundirse. He conocido a personas que se caracterizarían más como introvertidos y tienen mucho más talento para el evangelismo. De hecho, en EvanTell hablamos de cómo los introvertidos repetidamente pueden ser grandes evangelistas porque son más propensos a escuchar atentamente antes de compartir con alguien.

Otro pensamiento mostrado es que una persona con el don del evangelismo no siente miedo al compartir su fe. Una persona me dijo una vez: “A veces pienso que puedo tener el don del evangelismo, pero como a veces tengo miedo de compartir mi fe, supongo que no lo tengo”.

Nada es más lejos de la realidad. Aquellos con el don del evangelismo pueden tener momentos en que tengan miedo, me pasa a mí mismo. La presencia del miedo no significa la ausencia del don.

La Solución – Al explicar el don del evangelismo, anime a los creyentes a no confundir la personalidad con el don, y asegúreles que la presencia del don todavía puede involucrar la presencia del miedo.

Dicho esto, ¿cómo ayudamos a aquellos dentro de la iglesia a determinar si tienen tal don y, por lo tanto, que sea de ánimo para ellos?

Frecuentemente existen por lo menos tres cosas con aquellos que tienen el don del evangelismo. Por lo menos tres cosas caracterizan comúnmente, a aquellos que tienen el don del evangelismo.

Pueden comunicarse con los que no son cristianos

Debido a que su don les permite entender a los incrédulos mejor que otros, tienen una manera de hablar con ellos que comunica la verdad de Dios de una manera comprensible.

En una ocasión hablando con personas que no eran cristianas, les informé que Dios no les pide que confiaran en los sacramentos, sino que confiaran en Cristo como su único camino al cielo. Un creyente después expresó su sorpresa de que yo llamara a cosas como la Cena del Señor “sacramentos” cuando bíblicamente hablando son memoriales. Cristo dijo: “Hace esto en memoria mía” (1 Corintios 11:25). Estuve de acuerdo que eso es realmente lo que dice la Biblia, pero no es la manera en que lo lee un incrédulo.

Esta persona rápidamente estuvo de acuerdo y confesó que no lo había pensado del punto de vista de un incrédulo.

Aquellos con el don del evangelismo piensan de la manera en que piensan los incrédulos, y dicen las cosas de una manera que se comunica con ellos. Por lo que a veces, ellos son más efectivos para llevar a las personas a un punto de decisión. Dicen las cosas de una manera que los incrédulos entienden.

Disfrutan tener contactos y conversaciones con no creyentes

Aquellos con el don del evangelismo disfrutan de contactos y conversaciones con aquellos que no han conocido al Salvador. La razón es bastante simple: estos momentos le dan la oportunidad de ejercer su don. Uno no puede salvar a los salvados. Él Señor sólo puede salvar al que no es creyente. Así que aquellos con dones de compartir su fe disfrutan estar con aquellos con quienes podrían tener la oportunidad de compartir el evangelio.

De hecho, a menudo se sienten frustrados cuando se les pone en un ambiente donde no tienen contacto con los que no son cristianos. Conozco a un hombre que tiene el don del evangelismo que fue empleado en una iglesia para evangelizar y entrenar a otros en el evangelismo. Lamentablemente, esa posición se convirtió en una tarea puramente administrativa en la que no estaba cerca de incrédulos para evangelizar. El resultado, su permanencia en la iglesia fue muy corta y se fue, ya que se sintió frustrado.

Deben estar cerca de los incrédulos.

Son efectivos para motivar y entrenar a otros en el evangelismo

Bíblicamente hablando, el don del evangelismo es un don con dos puntos. Un punto está dirigido a los que no son cristianos e implica, alcanzar. La palabra “evangelista” significa alguien que anuncia el evangelio. El otro punto está dirigido a los creyentes e involucra la enseñanza. Efesios 4:12 explica que el don es “para equipar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Por esa razón, aquellos con el don del evangelismo son efectivos a través de su propio ejemplo y capacitan a otros por medio de la enseñanza para compartir su fe. Además de eso, su entusiasmo al hablar con los perdidos es un gran motivador en la vida de los creyentes, lo que los anima a evangelizar ellos mismos.

Hay más personas dentro del cuerpo de Cristo que tienen el don del evangelismo de lo que sabemos. Pero el punto final es este. Para ver a esas personas emerger, debemos darle al don del evangelismo el mismo énfasis que le damos a otros dones y caracterizarlo adecuadamente. Al hacerlo, ¿qué podría ser más excitante que comenzar a escuchar a algunos creyentes decir: “Tal vez tengo el don del evangelismo”?