Evangelismo Conversacional: 3 pasos para guiar las conversaciones
El evangelismo conversacional significa usar conversaciones cotidianas para compartir nuestra fe.
Cuando compartimos el Evangelio a través de una conversación, puede ser un ambiente seguro para que alguien comparta sus dudas o inquietudes. También puede permitirnos conectarnos con alguien y contextualizar la esperanza de Jesús en su vida. Pero a veces, el evangelismo conversacional puede convertirse en una plática espiritual sin rumbo. ¿Cómo podemos compartir el Evangelio de manera atractiva?
Aquí hay tres pasos para guiarlo:
1. Pregunta
Cualquier buen conversador que conozcas también será un gran “preguntador”. Una conversación sin preguntas sería bastante extraña. ¡Imagina iniciar conocer a alguien sin que te pregunten ni hagas preguntas! En el evangelismo conversacional, las preguntas son irremplazables.
El papel de las preguntas es similar al volante de un automóvil. En medio del estacionamiento vacío de mi iglesia, recuerdo que mi madre dijo: “Realmente no necesitas darle un jalón al volante como ves en las películas. Simplemente mueve ligeramente el volante en la dirección que necesita ir”. Las preguntas son de la misma manera.
Si tienes tiempo para hacer una pregunta, lo más probable es que puedas hacer otra. (Si no tiene mucho tiempo, el evangelismo confrontacional podría ser un mejor enfoque). Trate de conocer a la persona haciéndole preguntas generales.
En algún momento a lo largo de la conversación, querrás cambiar a cosas espirituales. Tener una o dos preguntas pensadas de antemano para esta transición puede marcar la diferencia.
Aquí hay dos de mis preguntas favoritas para hacer esta transición:
- “¿Vas a una iglesia por aquí?”
- “Creo que Jesús escucha y contesta nuestras oraciones. ¿Hay algo por lo que pueda orar por ti?”
Pero las preguntas hacen más que guiar la conversación, pueden ayudarte a conectarte. Bueno, siempre y cuando escuches …
2. Escucha
Siempre que hagas preguntas, escucha la respuesta. Mientras esto puede parecer obvio, escuchar es raro en la sociedad actual.
He jugado basquetbol toda mi vida. Cuando se juega a la defensa, la mejor manera de proteger a alguien es reflejando sus movimientos. Esencialmente, cada vez que alguien se mueve a la derecha, me muevo con ellos. Escuchar es de la misma manera.
Cuando alguien comparta algo, trata de mostrarle que lo estás siguiendo. Dos de las mejores maneras de hacerlo son a través de la comunicación no verbal (contacto visual, asentir con la cabeza, etc.) y declaraciones verbales cortas y breves (“que bien… sí… oh…”). Además de saber qué hacer, puede ser útil saber qué no hacer para escuchar bien.
A veces podemos empezar a pensar en cómo responder en lugar de escuchar. Aunque puede ser tentador pensar qué decir a continuación, lucha por escuchar bien. Al escucharlos, puedes mostrarles que tienen valor.
3. Habla
El objetivo final de todo evangelismo es que la persona ponga su confianza en Cristo. Después de hacer preguntas y escuchar sus respuestas, debes hablar. Mientras oras continuamente, busca compartir las buenas nuevas de Jesús y lo que significa para ellos.
Los puntos clave del Evangelio son:
- El Amor de Dios
- El problema y la pena del pecado
- El remedio del pecado
Estas ideas se pueden ver y resumir en la declaración clásica de Larry Moyer, “El evangelio es Cristo murió por tus pecados y resucitó entre los muertos”.
A veces, una declaración de transición puede ser útil. Por ejemplo, “Gracias por decirme lo que piensas acerca de Jesús. ¿Puedo compartir contigo lo que creo?”
Es posible que no llegues hasta el evangelio en tu conversación por varias razones. Por ejemplo, alguien podría alejarse o interrumpirlo o comenzar a hacer preguntas. Pero eso no significa que no puedas intentarlo.
Un consejo útil
Uno de los consejos más útiles en el evangelismo conversacional es ser tú mismo. Ahora, no me refiero a ser pecaminoso, grosero, insensible ni nada por el estilo. Tampoco quiero ser autosuficiente o santurrón. Más bien, me refiero a usar la personalidad y las habilidades que Dios te ha dado. No necesitas convertirte de repente en un comediante si no estás haciendo chistes fuera de una conversación evangelística. Sé tú mismo, tu nuevo yo siendo hecho nuevo a semejanza de Dios para la gloria de Dios.
Al usar estos tres pasos y aprovechar de su personalidad, habilidades y diseño, busque dirigir sus conversaciones de esta semana hacia el Evangelio. Nunca sabes lo que Dios podría hacer en tus encuentros cotidianos.
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