La Navidad es un maravilloso momento de reflexión para los creyentes. También es un tiempo agitado de distracciones. Las presiones de las compras, los viajes, la asistencia a eventos, etc., pueden secuestrar nuestros pensamientos y descarrilar nuestras rutinas normales.
Debido a esto, la temporada navideña puede robar nuestra atención de lo que más importa en nuestras vidas, conocer a Dios y darlo a conocer a los demás. En otras palabras, la temporada de celebrar el nacimiento de Cristo tiene el potencial de alejarnos de participar en la misión de Cristo.
Aquí hay tres “trampas” en las que los creyentes pueden caer durante la temporada navideña, por qué nos impiden participar en la misión de Cristo y cómo evitarlas por completo.
- Miopía
La miopía es la falta de visión a largo plazo. La miopía espiritual ocurre cuando dirigimos nuestra atención hacia nosotros mismos en lugar de hacia los demás. Esto puede suceder durante la temporada navideña cuando nos absorbemos demasiado en NUESTRAS agendas, NUESTRAS listas de “cosas por hacer” y “cosas por comprar”, e incluso en NUESTRO propio disfrute.
No estoy diciendo que no debamos disfrutar de la Navidad. Estoy diciendo que debemos esforzarnos por encontrar un equilibrio. Aquí hay algunas ideas para ayudar:
- Recuerda que Dios sigue trabajando en la vida de las personas durante las vacaciones. El mundo puede tomarse un descanso, pero la misión de Dios no.
- Sabiendo que Dios usa a las personas para llevar a cabo Su misión, entrégate a Él en oración cada mañana. Quizás ora algo como esto: “Señor, soy tu siervo y te pido que me uses hoy para ayudar a acercar a las personas que encuentre más cerca de Cristo”.
- Pídele a Dios que te ayude a reconocer oportunidades y a ver a los demás como Él los ve, no como obstáculos para tu agenda, sino como oportunidades para avanzar en Su misión.
- Materialismo
Si solo escuchas los anuncios, pensarías que la Navidad se trata de dar y recibir regalos. Nosotros, como cristianos, sabemos mejor, pero a veces actuamos como si fuera cierto. La cantidad de tiempo, atención y dinero que gastamos comprando y intercambiando regalos es asombrosa.
No hay nada malo en comprar regalos, pero nuevamente se necesita equilibrio.
- Dedica al menos cuatro veces más tiempo a orar por amigos y familiares de lo que gastas comprándoles regalos. Tus oraciones son uno de los mejores regalos que puedes dar a alguien.
- Ofrece a las personas los regalos del tiempo y un oído atento además de los regalos que compres. Esto es mucho más valioso que un regalo costoso.
- Evalúa tus gastos, crea un presupuesto y cúmplelo. No permitas que las ansiedades sobre la deuda por comprar regalos caros te impidan “estar presente” cuando interactúas con los demás.
- Margen
El margen es el “espacio para respirar” que tenemos en nuestros calendarios. Durante las vacaciones, corremos el riesgo de poner tantas cosas en nuestra agenda que no hay tiempo ni recursos disponibles para ministrar a otros, especialmente las oportunidades inesperadas que Dios puede poner en nuestro camino.
¿Cómo evitamos que eso suceda? Nuevamente, el equilibrio es la clave.
- Recuerda que si estás demasiado ocupado para pasar tiempo con Dios cada día, estás demasiado ocupado. Nuestra efectividad en Su misión está relacionada con el tiempo que pasamos en Su presencia (Juan 15:5).
- Evalúa rigurosamente tu calendario en oración ante el Señor. Pídele que te guíe sobre qué quitar preguntándote: “¿Este evento o actividad me acerca a mí y/o a los demás más a Dios?” No tengas miedo de desechar tradiciones y actividades innecesarias si distraen o restan importancia a Su misión.
- Para aquellos eventos a los que debes asistir, pídele al Señor que te use en la vida de quienes también asistirán. Concéntrate en ser Su siervo durante la reunión. Disfruta, pero sé consciente de las oportunidades que Él brinda.
Recuerda que la Navidad se trata de la misión de Jesús de llevar a otros a Dios. Haz el tiempo y toma el tiempo esta Navidad para hacer lo mismo.